El reciente anuncio del presidente Javier Milei de no intervenir en el mercado cambiario hasta que el dólar oficial cotice en $1.000 encendió las alertas en el mundo económico. Permitir que el tipo de cambio se ajuste libremente puede parecer una política liberal, pero podría traer consecuencias negativas a corto y mediano plazo. A continuación, los cinco desafíos más relevantes:
1. Explosión de importaciones y desequilibrio comercial
Con un peso más fuerte frente al dólar, importar se vuelve más barato y atractivo. En marzo, las importaciones crecieron 47,5% interanual, mientras las exportaciones retrocedieron 4,2%. El resultado es un déficit comercial que presiona las reservas y deja en desventaja a la industria local, que afronta el ingreso de productos baratos del exterior.
2. Pérdidas en el agro y tensión con los compromisos internacionales
Para muchos productores, especialmente quienes alquilan campos, un dólar cercano a $1.000 hace inviable la rentabilidad de la campaña. Esto reduce la oferta de divisas que requiere el Gobierno para cumplir sus metas con el Fondo Monetario Internacional. Se estima que el Estado necesita vender al menos USD 3.500 millones para fin de mes, y otros USD 4.000 millones para julio, pero hoy dispone de apenas USD 1.900 millones en reservas líquidas.
3. Menores ingresos fiscales y presión tributaria creciente
Un tipo de cambio retrasado ayuda a controlar la inflación, pero también merma la recaudación. Más de un tercio de los recursos del Estado proviene de impuestos que gravan la producción. Según IDESA, las principales cargas como porcentaje del PIB son:
• Impuesto al cheque: 1,6%
• Retenciones a las exportaciones: 1,0%
• Ingresos Brutos: 4,2%
• Timbre y estampillas: 0,4%
• Tasas municipales: 0,8%
En este contexto, sostener el equilibrio fiscal sin recurrir a nuevas alzas impositivas se vuelve casi imposible.
4. Cierre de empresas y salto de la informalidad
La combinación de alta carga impositiva, costos en alza y tipo de cambio que no favorece la producción exportadora ha llevado al cierre de más de 10.000 microempresas entre diciembre de 2023 y febrero de 2025 (SIPA). A medida que disminuyen los empleadores formales, crece el trabajo en negro: el 42% de los ocupados no tienen aportes (INDEC) y la desocupación rozó el 6,4% en el último trimestre de 2024.
5. Competitividad en mínimos históricos
Argentina figura en el puesto 66 de 67 países en los rankings de competitividad global. Impuestos elevados, trámites complejos y regulaciones que cambian con frecuencia añaden un “costo argentino” que erosiona la producción local. Un dólar libre hasta $1.000 puede infligir un nuevo golpe al tejido productivo, debilitando aún más a la industria.
Aunque dejar flotar el tipo de cambio puede alinearse con una estrategia de mercado libre, el riesgo es que, sin políticas complementarias, se profundicen los desequilibrios y se fracture la capacidad productiva ya maltrecha.

