La Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (Faima) advirtió que el sector atraviesa su peor momento en años, con fábricas funcionando a menos del 50 % de su capacidad instalada. La caída simultánea de la demanda interna y la paralización de la obra pública, sumadas al incremento de costos y las dificultades de financiamiento, exponen a muchas empresas al borde de la quiebra y ponen en riesgo miles de empleos.
Según Faima, la retracción del consumo doméstico se potenció cuando los proyectos estatales quedaron detenidos, eliminando uno de los principales motores de la actividad. “La ausencia de obra pública desencadenó un desplome en la demanda agregada”, explicó Fernando Couto, director ejecutivo de la entidad. A esto se suman la alta presión tributaria, los elevados costos logísticos y las limitaciones para acceder a líneas de crédito productivo, que afectan de manera especial a las Pymes.
En el plano internacional, un tipo de cambio poco competitivo ha debilitado las exportaciones de productos madereros, antes herramienta clave para equilibrar la falta de consumo interno. La merma en ambos frentes ha dejado a la industria sin sus dos pilares fundamentales, lo que según Couto podría derivar en la pérdida irreversible de capacidades productivas forjadas durante décadas.
El impacto se siente con fuerza en provincias como Misiones, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Santa Fe y Santiago del Estero, donde la actividad forestoindustrial sostiene miles de empleos y dinamiza economías regionales. Ricardo García, de Apicofom (Misiones y Norte de Corrientes), advirtió que muchas plantas venden por debajo del punto de equilibrio: “Ya no hay rentabilidad y la continuidad de estas empresas está en jaque”.
Para evitar el colapso, Faima reclama al Gobierno nacional la reactivación inmediata de la obra pública, un tipo de cambio que favorezca las exportaciones y un acceso más flexible al crédito productivo. Además, subrayan la necesidad de impulsar políticas que estimulen el consumo interno y promuevan la explotación sostenible de los bosques cultivados, donde Argentina cuenta con 1,2 millones de hectáreas de pino y eucalipto.
“Es imprescindible tomar decisiones urgentes para preservar el entramado social y económico de las regiones”, concluyó Couto. Sin un plan de acción inmediato, advierten desde el sector, se corre el riesgo de perder una red productiva consolidada y de profundizar la crisis en comunidades que dependen de esta industria.

